domingo, 12 de mayo de 2013

Mi vecina Carmen

Carmen apareció en mi vida como un torbellino de energía y autenticidad. Ella es, ante todo, coqueta y poseedora de un carácter que es el principal motivo de su soledad actual.

No ha sido una mujer de su tiempo y, como ella asegura, no se ha dejado arrinconar jamás. Tiene una fachada robusta y una planta erguida, pero, tal y como me dijo el primer día que fui a su casa, necesita compañía. La vejez y el abandono van tan unidos en la sociedad que vivimos que da miedo ponerse en su pellejo.

Las arrugas de Carmen son tan bellas que podrían competir con cualquier modelo encorsetada en los cánones actuales. Los surcos de su rostro y de su mirada no son sino huellas de caminos recorridos y sabiduría acumulada.









 










7 comentarios:

  1. Geniales las fotos, Carmen desprende una Luz muy especial, gracias por compartila!!

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    1. ¡Gracias a vosotras por saber ver esa Luz!! ¡seguid así! Un beso

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  2. Son impresionantes Bea! eres capaz de transmitir el caracter y la esencia de la gente. Enhorabuena bonita!

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  3. Gracias por presentarnos a Carmen, felicidades Bea como si ya la conociera! Tu toda una artista!

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  4. ¡Gracias chicas!! Ya os iré presentando a más gente de este lado del charco jeje. Un beso enorme para las dos!

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